domingo, 26 de agosto de 2007

Doblete para Ferrari en Turquía

Alonso recorta distancias con Hamilton.

Gran Premio

Pos. Piloto Equipo NeumáticosTiempo
1 F. Massa Ferrari 1:26:42.161
2 K. Räikkönen Ferrari + 2.200
3 F. Alonso McLaren + 26.100
4 N. Heidfeld BMW + 39.600
5 L. Hamilton McLaren + 45.000
6 H. Kovalainen Renault + 46.001
7 N. Rosberg Williams + 55.007
8 R. Kubica BMW + 56.007
9 G. Fisichella Renault + 59.004
10 D. Coulthard Red Bull + 1:11.005
11 A. Wurz Williams + 1:19.006
12 R. Schumacher Toyota + 1 vueltas
13 J. Button Honda + 1 vueltas
14 A. Davidson Super Aguri + 1 vueltas
15 V. Liuzzi Scuderia Toro Rosso + 1 vueltas
16 J. Trulli Toyota + 1 vueltas
17 R. Barrichello Honda + 1 vueltas
18 T. Sato Super Aguri + 1 vueltas
19 S. Vettel Scuderia Toro Rosso + 1 vueltas
20 S. Yamamoto Spyker F1 + 2 vueltas
21 A. Sutil Spyker F1 + 5 vueltas
Retirados
22 M. Webber Red Bull + 0.000

De la incertidumbre y el pesimismo a la sonrisa, en 58 vueltas. Ese fue el tortuoso camino que atravesó Fernando Alonso en el trazado de Estambul hacia un podio dulce y que le permite recortar su desventaja en pos del liderato del Mundial. Massa, Raikkonen, Ferrari, en definitiva, apenas dejaron resquicios para algo más, pero aún así, lo dicho, sonrisa y cambio radical en las sensaciones.

Al final la cosa mejoró sustancialmente. Para Alonso tuvo premio comerse la rabia de un comienzo nefasto, en el que el español sufrió en sus carnes la medicina que él administraba en años precedentes. Se apagó el semáforo y ni le dio tiempo a contener a las dos balas blanquiazules de Kubica y Heidfeld. Más descargados, con una mejor tracción, el doble campeón llegó a la primera curva en una desesperante sexta posición.

La situación no invitaba precisamente a pensar que el final sería bueno. Más cuando los Ferrari, inalcanzables en el arranque y Hamilton salieron disparados hacia la lejanía. Los BMW se convirtieron entonces en un tapón insalvable, en una excusa para que la mente cansada que buscaba infructuosamente el hueco para adelantar dejara el asfalto y se torturara pensando que el tren del Mundial se iba irremediablemente.

Y así, durante un tercio de la carrera, hasta el primer repostaje. Ahí Kubica y Heidfeld doblaron la rodilla. El polaco fue un visto y no visto; lo suyo fue únicamente un ejercicio de marketing, una forma de salir bien en la parrilla pero ser mantequilla al sol turco durante la carrera. Heidfeld, con una estrategia más equilibrada, cedió en la vuelta 17, aunque tampoco le bastó. Alonso, una vuelta después, enjugó el tiempo perdido y convirtió en historia a sus primeros rivales del día.

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