domingo, 21 de enero de 2007

La familia McLaren


La familia McLaren

Ron Dennis, inflexible y sobrio, dirige una escudería entregada a un régimen perfeccionista de trabajo.
Un antiguo ingeniero de misiles es el responsable del desarrollo del monoplaza de Fernando Alonso.
Ubicado uno a 112 kilómetros del otro, los cuarteles generales de Renault, en Enstone, y de McLaren, en Woking, reflejan a la perfección la dispar filosofía que existe entre ambas factorías.
La filosofía hippie que pinta de cuerpo entero el ambiente en el equipo francés frente a una escudería entregada a un régimen perfeccionista de trabajo, donde la victoria en las carreras es la cima de una pirámide empresarial de exclusivo negocio. Siempre con traje italiano de perfecto tallaje, zapatos brillantes y poderoso maletín oscuro, Ron Dennis tiene 59 años, una fortuna personal de más de 220 millones de euros y luce una trayectoria gloriosa en la F-1. Este inglés de Woking, que dejó la escuela a los 16 años para convertirse en mecánico, heredó la escudería creada en 1963 por el piloto Bruce McLaren -la fusionó con su equipo Project Tour-, la ligó a importantes fabricantes como Ford, Porsche, Honda y Peugeot y, posteriormente, la unió a Mercedes para convertirla en un equipo poderoso. Pero McLaren es algo más. Es una gran corporación, un entramado financiero puntero en nuevas tecnologías, como aviones, barcos o coches, pero que igual sirve caterings que fabrica material quirúrgico o produce películas -se prepara un film sobre la vida del fundador del equipo, papel para el que suena Tom Cruise, y en el que podría actuar el propio Fernando-. Y al frente de todo ello un «detallista compulsivo», en palabras de su esposa. «Ella dice que estoy enfermo», ha contado más de una vez el propio Ron Dennis, condecorado por la reina Isabel II y loco por la estética. Una pasión que aplica a sus coches, a los ingenieros que maneja y hasta a sus pilotos. La perfección es su meta, también la pulcritud. Hasta límites insospechados, pero nadie puede negarle sus siete títulos de constructores y nueve de pilotos. Ni su capacidad de gestión. Una habilidad que dejó patente hace poco más de un año. Fue cuando convenció a su compatriota Ian MacLaurin, consejero delegado de Vodafone, para que la multinacional de telefonía diera esquinazo a Ferrari y se subiera a las 'flechas' plateadas para formar un binomio inglés. ¿El precio? El acuerdo es confidencial, pero entre 50 y 70 millones de euros por año. Dennis va en serio en todo lo que hace. Y quiere volver a ganar. Y para ello necesitaba a un campeón... Y dinero para su fichaje. Vodafone hizo posible esto último. También los acuerdos suscritos con el Banco de Santander -75 millones por cinco años- y, anteriormente, con la Mutua Madrileña. Aunque firmados por el propio Dennis, fue su mano derecha, Martin Whitmarsh, el que llevó el peso de las negociaciones. La mano derecha de Ron Este ingeniero mecánico de 48 años ocupa el puesto de director general de McLaren, equipo al que se incorporó en 1989 como jefe de operaciones. Con una notable experiencia en la gestión de empresas, ha sido el encargado de cerrar los acuerdos con los pilotos y los patrocinadores. Quienes le conocen, hablan de él como un negociador implacable. Dennis y Whitmarsh forman el bloque duro de la escudería angloalemana. En todo caso, junto a Jonathan Neale, un especialista físico que comenzó su carrera en el campo de la defensa militar, pero que después se decantó, primero, por los jets privados, y, finalmente, por la velocidad. No se mancha las manos, pero, como director administrativo, vigila el cumplimiento de los plazos de desarrollo de los monoplazas. El equipo directivo lo completa el presidente de Mercedes Benz Motorsport, Norbert Haug, con quien Dennis mantiene una relación tirante. Antiguo periodista y responsable del regreso de la casa alemana a la F-1 y de la alianza con McLaren, ha chocado con el inglés por el deseo de Mercedes de involucrarse más en el equipo. Es decir, de ampliar su presencia accionarial para atarle los brazos a Dennis. Pero éste ha respondido vendiendo el 30% de sus títulos -mantiene todavía otro 15%- a la empresa Bahrein Mumtalakat Holding Company para impedir que la empresa de motores adquiera la mayoría accionarial. Sobrio, de normas estrictas, elegante e inflexible, Dennis siempre se sale con la suya. Quiso a un campeón a sus órdenes y ya lo tiene. Anteriormente ya lo hizo cuando se encaprichó con el proyecto de su nueva sede, con la firma de Norman Foster y un presupuesto de 350 millones que hizo temblar los cimientos de la empresa. Ahora, ingenieros, operarios y miembros del equipo se mezclan con obras de arte vanguardista que el inglés cambia cada cuatro meses. Si el MP4/22 en un coche ganador, Alonso se llevará la gloria. Pero los otros héroes serán aquellos que se mueven lejos de la esfera pública, en la aerodinámica y el desarrollo técnico. Neil Oatley supervisa el desarrollo del chasis y de los componentes que inciden en la aerodinámica del monoplaza. Establece las especificaciones de los coches junto al director de ingeniería, Paddy Lowe, por cuyas manos pasa cualquier proyecto de envergadura. Por su parte, Mike Coughlan dirige al equipo de casi cincuenta diseñadores cuya prioridad es ganar unas décimas al cronómetro. Pero, sin duda, una de las primeras personas con las que ha empezado a trabajar Fernando ha sido Pat Fry, un antiguo ingeniero de misiles. Sobre sus espaldas una pesada responsabilidad: el desarrollo del coche del asturiano. Junto a ellos cuatro, Ola Kaellenius, un sueco de 36 años designado director administrativo en el capítulo de motores. Es el máximo responsable en todo lo relacionado con el desarrollo de los propulsores de las 'fechas'. Y en las carreras, lejos del Centro Tecnológico, también surgirán nuevos rostros. Dave Ryan coordina las actividades y logística de los mecánicos. Steve Hallam supervisa el trabajo de los ingenieros. Y Mark Slade fue el ingeniero de pista de Raikkonen y, posiblemente, sea el de Alonso este año.

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